Aquellas personas que se caracterizan por ser crédulos, padecen lo que se conoce como el síndrome de la "buena niña". Esta actitud genera una idealización sobre los otros.
Las personas confiadas suelen tener baja autoestima porque de chicos sus padres hacían hincapié en la trasmisión de valores como la generosidad y castigaban el deseo por considerarlo como egoísta. De esa manera se castra el querer, perjudicando la inteligencia motivacional. A los niños no se les debe decir que no quieran algo, sino más bien incentivarlos para alcanzarlo por medios propios.
En el síndrome de la "buena niña" la persona se sacrifica para que la otra persona sea feliz: son esas mujeres que ponen al hombre en un pedestal, se sacrifican para que el otro sea feliz y quieren demostrar que no hay que ser egoista ya que confunden estima con egoísmo.
La antítesis es el "desconfiado crónico" o la personalidad paranoide. Estas personas creen que todos son malos y culpables hasta que no le demuestren lo contrario. Son desconfiados, tiene una memoria brillante y tiene una imagen de grandiosidad donde lo que hacen es proyectar las broncas internas en los demás. Siempre están en estado de alerta, evitan la intimidad, no cuentan nada ya que si lo hacen piensan que lo van a usar en su contra.
Debemos tener confianza inteligente, es decir, no debemos ser ni crédulos ni paranóicos o desconfiados, sino que tenemos que basarnos en la confianza racional o inteligente.
Lic. Bernardo Stamateas
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